Tuve que nadar un mar de lágrimas
Que intentaran ahogarme durante meses
Tuve que levantarme vacía de la cama vacía
Agarrándome con desespero logrando a veces
Sostenerme en el último olor de inconsciente
Que, a cada día, al aliento amargo de la mañana
Otra vez me arrebataba a la realidad,
Me obligando a vestirme de gente
Tuve que despegar una piel de sangre pisado
Que se pego tal pegamiento de zapato
En las cedulas abiertas de mis poros ásperos
Atados a la espera que llegó a otro espacio linear
Que se ahondo en mi rostro poseyéndome
Para siempre, registrando de vez un pasado
Y tu deberías estar en él, no en otro lugar
Tuve que borrar todas mis huelas halagadas
De una existencia exacta
Tuve que negarme al espejo
Tuve que pedalear con auriculares
Entre coches sin mirarles, escucharles
Tuve que aceptar que no me aceptaba la muerte
Aunque la vida ya no estuviera
Y cuando en este cruce llegué, ya no pude seguir
Tuve que, cansada arrastrada por la marea,
Roja de mis ojos buscarme en el regreso
Mire los dedos de mis pies, los huesos,
Algo que se movía un trozo escaso
Seguí un camino largo hasta el cuello
A los ojos otra vez intente huir
Ya no podía, yo era ello, el cielo
Abierto, el vacío sin pasado
Ni futuro, sólo ausente
Tuve que reconstruirme del aire
Que oprime, aspirarlo, vomitarlo
Y volver a tragarlo,
Hasta que se hizo puro
De estas largas tragadas rescate
El tato a mi cuerpo antes abstracto
Intacto otra vez se puso erecto
Volví a caminar,
Digna de ya no amar, si era amor
El dejarse de amar
Tuve que romper el espejo
Para volver a mirarme